
Durante el amanecer de este viernes, Kiev despertó en medio de sirenas antiaéreas, zumbidos de drones kamikaze y el estruendo de detonaciones de misiles y drones. Se trataba del mayor ataque con misiles y drones que realizó Rusia contra Ucrania luego de tres años de guerra, en medio de reportes que apuntan a un empeoramiento crítico en la economía del Kremlin.
Las fuerzas de Moscú enviaron un total de 539 naves no tripuladas acompañadas de 11 misiles, según detalló la Fuerza Aérea ucraniana. El avance dejó al menos 23 personas heridas en seis de los diez distritos de Kiev que fueron apuntados. Entre los edificios impactados se encontraba la Embajada de Polonia, país que se ha mostrado adverso a los intereses rusos.
“El día comenzó con dificultades, con más de 500 drones y misiles de ataque rusos. Fue difícil, pero un número significativo fue derribado”, dijo Volodimir Zelensky, presidente de Ucrania, a través de su cuenta de X.
Las autoridades ucranianas dieron el detalle de la ofensiva, la cual dañó unos 40 bloques de apartamentos, cinco escuelas y jardines de infancia, cafeterías y numerosos automóviles. En las últimas semanas, los ataques aéreos rusos sobre Kiev se han intensificado, registrándose algunos de los más mortíferos desde el inicio de las hostilidades contra la capital, donde viven cerca de tres millones de personas.
Un esfuerzo de movilización de recursos para realizar dichas maniobras que tienen a Rusia al borde del precipicio. Y es que la economía rusa se encuentra al borde de una recesión luego de los tres años en que se ha extendido la guerra, con una fuerte baja en el consumo, más olas de quiebras, impagos de créditos, encarecimiento de precios y una crisis bancaria que comienza a asomar.
La crisis económica de Rusia
El lunes, el ex ministro de Economía de Rusia (2000-2007), Herman Gref, reconoció abiertamente que 2026 “no será un año fácil” para los bancos rusos y las empresas, aunque la presidenta del Banco Central, Elvira Nabiúlina, aseguró el jueves que esos temores son infundados
Algunos economistas advierten que Rusia se encamina hacia una crisis bancaria, alimentada por el fortalecimiento del rublo —que perjudica a los exportadores— y por los altos tipos de interés, diseñados para contener una inflación oficial del 10%, pero que dificultan el acceso al crédito.
Como consecuencia, muchas empresas con baja rentabilidad o muy endeudadas han quebrado, como ocurrió a comienzos de año con varias constructoras incapaces de afrontar la creciente deuda y las nuevas condiciones del mercado tras el encarecimiento de los precios.
El sector energético, principal motor exportador de Rusia, ha sido el más golpeado, algo que Nabiúlina defendió afirmando que con una economía más diversificada esto no sería un problema.
El economista Ígor Lipsits sostuvo que el país atraviesa una nueva fase de crisis, en la que el Estado traslada los problemas de endeudamiento a entidades financieras obligadas a conceder créditos a empresas insolventes, incluidas del sector maderero, la metalurgia ferrosa y el carbón.
“No hice ningún progreso”
El ataque de Rusia y los reportes de la crisis bancaria se dan en medio, además, del último contacto telefónico que sostuvo el presidente ruso, Vladimir Putin, y su homólogo estadounidense Donald Trump.
El norteamericano aseguró que tuvo una llamada “bastante larga” con Putin, detallando que no hizo “ningún progreso con él, en absoluto”.
“No estoy contento con eso“, dijo Trump cuando le consultaron sobre lo que abordaron respecto al conflicto en Ucrania y la situación en Irán.
Esta evaluación marcó un cambio respecto al tono habitual de Trump en sus cinco conversaciones anteriores con Putin desde su regreso a la Casa Blanca en enero, las que solían incluir mensajes optimistas sobre la posibilidad de un acuerdo.
En esta oportunidad, el presidente estadounidense adoptó una postura más crítica, después de haber rechazado semanas atrás la propuesta de Putin de mediar en el conflicto entre Irán e Israel, instando a Rusia a centrarse en el frente ucraniano. Una relación entre Estados Unidos y Rusia que, según diferentes fuentes, atraviesa uno de sus peores momentos desde el fin de la Guerra Fría.